El castillo de piedras azules se perfilaba en el horizonte, los rayos del sol rebotando contra las partes de cuarzo le daban un brillo magnífico casi candoroso. Al llegar Cuidadoso ante las puertas del bastión propiedad del rey Alexamón y su hermana Massia los guardias de la entrada sonrieron al reconocerla, el más anciano le dio la bienvenida.
-Gusto en verte de nuevo guerrera de Banderbill… ¿Que te trae por aquí? – Exclamó el viejo guardia.
-Vengo a pedirle un salvoconducto al rey para poder atravesar sus tierras – Contestó Cuidadoso.
El guardia más joven comenzó a decir algo azorado, el guardia más viejo le hizo un gesto con la mano y un dejo de paciencia reflejada en su mirada para que guardara silencio.
-Será mejor que hables con la reina… Ella… Ella te explicará mejor…
Ambos soldados abrieron los enormes portones de madera permitiendo el ingreso de Cuidadoso, algo desorientada por la actitud desigual del guardia.
Un lacayo la llevo hasta la sala principal en donde, en el trono del rey, se hallaba la reina atendiendo asuntos de su pueblo. Esta al verla sonrió y se puso presurosa de pie para ir al encuentro de Cuidadoso no sin antes darle algunas rápidas indicaciones a su edecán.
-Cuidadoso de Banderbill, mis ojos se alegran con tu presencia…
-Lo mismo digo reina Massia, el rey…
Con un gesto discreto la reina le indicó a Cuidadoso que guarde silencio – Acompáñame a mis aposentos.
Una vez allí la reina dejó de lado sus tratos protocolares y comenzó a actuar como una mujer compungida – El rey, mi hermano… – comenzó – Bueno, él… Oh, dioses…
– ¿Él se encuentra bien…?- preguntó preocupada Cuidadoso.
– Si… Es decir, eso creo… En realidad… – Dejó la frase en suspenso. Al notar la cara de inquietud de Cuidadoso le indicó que ambas que se sentaran en la cama de la reina y comenzó su relato.
– El rey de la noche a la mañana no podía conciliar el sueño- comenzó a narrar la reina – no importaba que tan cansado estuviera cuando se acostaba no podía dormir. Pasaba sus noches en vela; hasta que un día buscando consuelo entre los libros de nuestra extensa biblioteca encontró un tratado de un mago oscuro que hablaba sobre un Espíritu Ancestral del Sueño y decidió hacer el ritual para invocarlo. Lo logró, y el espíritu le concedió su deseo. Cada vez que se iba a dormir cerraba los ojos y veía en su mente una burbuja, dentro de ella habitaba el Espíritu, el rey le decía con qué quería soñar y el Espíritu del Sueño llenaba de imágenes la burbuja y por ende soñaba con eso. Resultó, y al otro día se levantó renovado, por fin había podido dormir y descansar y hasta feliz. Con el tiempo solo quería dormir a cualquier hora, no se sentía cansado pero era un deseo de soñar maravillas se volvía más y más fuerte cada vez. Por esta razón le pregunté que había hecho y si bien al principio me contestó con evasivas terminó por revelarme toda esta historia, pero espera; hay más… Gobernar el reino le estaba restando tiempo a su amado deseo de dormir y comenzó a delegar en mi cada vez más responsabilidades, al principio se armaba de paciencia hasta que llegara la noche, pero su entereza era cada vez más débil. Finalmente el deseo de dormir le era irresistible, tanto que casi no podía mantener los ojos abiertos. Eventualmente no volvió a salir de sus aposentos.
Preocupada, ya que pasaron algunos días en los cuales no salía de su cuarto, no tocaba la comida que los sirvientes dejaban en su portezuela y no contestaba los golpes a su puerta; autoricé a que ingresaran derribándola. Cuando los sirvientes entraron, encontraron todo ordenado como si no se hubiese usado nada en ninguno de esos días.
Y él no estaba por ningún lado.
De inmediato mande varias patrullas a buscarlo; una de ellas lo encontró cerca del bosque, durmiendo, desnudo y cubierto de sangre…
– ¿Estaba mal herido? – Interrumpió Cuidadoso.
– No… La sangre… La sangre no era suya…
– ¿Y de quien…?
– Con un gesto la reina interrumpió la pregunta y continuó -Los granjeros comenzaron a quejarse sobre que algunos de sus animales desaparecieron sin dejar rastros y los soldados encontraron los restos devorados en el bosque, siempre cerca… Cerca del rey.
– ¿Y eso que significa?
– No lo sé… Pero el rey cuando era despertado poseía un carácter irascible y violento. Con el paso del día su actitud era cada vez más grotesca y peligrosa. Incluso un día mandó a decapitar a un paje por salpicarlo al servirle vino…
– ¿Lo mandó a deca…?
– No, no te preocupes Cuidadoso. No lo permití, simplemente… Mandé a dormir al rey y aceptó gustoso olvidándose por completo del desdichado… Pensé que iría a su cama pero él opto por ir al bosque. Al principio aposté a unos soldados para que lo cuidaran y lo vigilaran a la vez, pero ellos…
– ¿Ellos…?
– Bueno, eran los hombres más valientes de mi reino y aun así retornaron pálidos y sudando frío…
– ¿Pero por qué?
La reina suspiró y con infinito escarnio contestó – No lo sé… El rey les pidió que guardaran el secreto…
– ¿Y dónde está él ahora?
– En el bosque, le dio órdenes a los soldados de que lo dejen en paz y que nadie se interne en el.
Sin saber bien que decir o hacer Cuidadoso permaneció en silencio observando a la reina sumida en sus pensamientos hasta que intempestivamente esta exclamó – Ven conmigo Cuidadoso, seguramente necesitas un salvoconducto para atravesar nuestras tierras, te daré uno pero debes prometerme que no cruzarás por el bosque. Debo respetar la voluntad de mi hermano, así haya perdido la razón o no, sigue siendo el rey.
– Lo prometo reina Massia – Contestó Cuidadoso a regañadientes, estimaba al rey Alexamón y quería ayudarlo.
Luego de almorzar y ya con el salvoconducto en el morral se despidió de la reina y continuó su viaje. Al llegar al bosque se detuvo ante este y lo miraba inquisidora mente, debía respetar su promesa pero sus ansias la dominaban.
Comenzaba a oscurecer temprano ese invierno, las hojas que se resistían a caer comenzaron a moverse perezosamente por el aire helado. Algo lóbrego se respiraba en el aire; como una mano cadavérica que se desliza por la piel inocente buscando ponerle los pelos de punta antes de hundirse calando la carne.
Cuidadoso apoyo su mano sobre la empuñadura de su espada, la visión del bosque le daba la sensación de las fauces abiertas de una bestia cruel, y el sendero de ingreso, una lengua aviesa que se extendería hasta tomarte de los talones para inmovilizarte y devorarte.
– ¿Queriendo dar un paseíto por el bosque Cuidadoso de Banderbill?
El cuerpo de Cuidadoso se consolidó como un ascua sumergida en aceite por un breve instante y luego re relajo al reconocer la voz, en otra oportunidad se hubiese limitado a girar con la velocidad de una gacela y desenfundar su espada y pobre del que le hablará por la espalda.
– ¡Crestal…! ¡Por la tumba de Gulfas! Casi me matas del susto maldito duende, solo tú puedes acercarte a mí sin hacer el menor ruido. ¿Qué demonios haces aquí?
Crestal se tomó su tiempo para responder, se sentó sobre la raíz de un árbol y encendió su larga pipa, luego de una profunda bocanada que exhaló en una columna de humo que formaban anillos. Respondió – He oído lo que le ocurrió al rey…
– Ya veo… Me gustaría ayudar- Dijo Cuidadoso -Pero le prometí a la reina no entrar al bosque…
– Pues yo no prometí nada – sentenció el duende – Además debo buscar a mi esposa Mirna, que está en el bosque con las otras hadas, reunidas en El Anillo de Marzo…- Soltó otra bocanada de humo -Aún es temprano pero ¿porque no enciendes un fuego y preparas ese té negro máximo que tanto me gusta…? Yo daré una vuelta por ahí y luego… Veremos.
Sabiendo que Crestal era un ser de la tierra se adentraría al bosque sin problemas y sin peligro, decidió obedecerlo y comenzó a instalar el campamento.
Crestal atravesó el bosque. Un humano hubiese perdido la compostura de inmediato, con esos árboles sombríos extendiendo sus ramas como largos brazos terminados en garras, los ojos brillantes como brasas procedentes del averno que eran los ojos de las lechuzas que observaban como si pudiesen girar sus cuellos 360 grados, los ratones buscando sus guaridas provocando un susurro similar a como deben hablar en secreto los fantasmas.
Todo eso no lo afectaba a Crestal, él era todo eso y más.
Caminó hasta llegar al centro del bosque en donde un pequeño lago era el teatro del ritual de las hadas. Algunas descansaban cerca de un bulto gris que se movía lenta y rítmicamente, como si respirara. Las hadas lo saludaron con un gesto de cabeza y se acercó hasta dar con su compañera Mirna. Luego de abrazarlo, le indico que guardara mutis y permaneciera en ese lugar sin acercarse al grupo. Mirna se reunió con las otras hadas y cuchichearon en voz baja entre ellas por unos instantes, Al cabo Mirna se acercó a Crestal indicándole con un gesto que guarde silencio hasta que saliesen del bosque. Crestal giro una sola vez a mirar hacia el grupo de hadas y ese extraño bulto gris que parecía palpitar con vida propia.
Él, que todo lo sabía, no pudo clasificar que era aquella cosa.
Ya estaba anocheciendo cuando Cuidadoso los vio llegar. Abrazó a su querida amiga Mirna que le había traído algunos frutos del bosque y los tres se sentaron a comer en silencio, mientras que Cuidadoso armada de paciencia, que por supuesto, nunca era mucha, aguardó a que sus amigos de dignaran a hablar.
Sé que estás preocupada por tu amigo Alexamón. La historia, al menos la que puedo contarte en idioma humano – comenzó Mirna – es que el rey cuando actuaba como mal rey era porque ignoraba que de noche era un licántropo, un hombre lobo, los súbditos lo encontraban manchado de sangre y desnudo pero por piedad o por temor lo lavaban y lo metían nuevamente en su cama antes de que volviera en sí. Una noche el rey en su figura de lobo se topó con las hadas del bosque, ellas que hablan el lenguaje de todos los animales le recomendaron que durmiera con ellas para que de esta manera pudieran vigilar su sueño y dejará de cometer tropelías. Por lo cual el lobo se acercaba cada noche a dormir con las hadas, hasta que finalmente se quedó dormido para siempre.
Las hadas sabían que mientras el rey soñaba él Espíritu del Sueño se alimentaba de su esencia vital. Hasta que finalmente la reclamó para sí y se lo llevó a un sueño eterno para que otros sueñen con el rey, en donde de esa manera onírica reinara impartiendo justica a los bienhechores en sueños agradables y a los protervos en forma de terribles pesadillas.
De esta manera El Espíritu del Sueño había cobrado su precio.
-Tu eres un hada – señaló Cuidadoso a Mirna – Hablas también el idioma de todos los animales, ¿Pudiste hablar con él rey?
Mirna se limitó a mirarla en silencio…
– Ese masa gris que respiraba en el círculo de hadas, ¿Era el rey? – preguntó Crestal
Mirna se puso una uva en la boca y con una expresión sonriente pero fría miró a su marido y nuevamente se mantuvo en silencio.
– Es inútil – sentenció Crestal –No hablará…
Al día siguiente Cuidadoso siguió su camino sin atravesar el bosque dejando atrás a sus amigos que se alejaron en dirección contraria.
Desde ese momento comenzaron a llamar al bosque “El bosque de las Hadas y el lobo”.
Dice entonces la leyenda que si por error o atrevimiento cruzas el bosque de las hadas por las noches de luna llena y escuchas roncar, no pienses que es el viento entre las ramas, se trata del profundo sueño del lobo, en ese caso muévete con precaución y sigilo hasta abandonar presurosamente el bosque, porque si lo despiertas despertarás también su furia infinita.
FIN